Rincón del Cascarrabias

Navidad, época navideña, frenesí de compras, fiestas, borracheras y por tanto de accidentes. Ojalá que los escasos lectores de este espacio lo pasen sin algo que lamentar. 

Evidentemente, no soy partidario de las fiestas navideñas, sobre todo en sus excesos más notorios. La manera de dilapidar el salario, el aguinaldo, el ahorro, todo por sentirse publicitariamente bien al seguir las instrucciones del consumismo, divinamente planeado y ejecutado por los comerciantes de casi toda índole, es lamentable.

Alguna vez escuché a un cura de pueblo, hace más de treinta años, explicarle a su feligresía por qué lo que en el pobre es borrachera en el rico es diversión. Él argumentaba que los ricos podían gastar en fiestas y bebidas lo que quisieran sin afectar en nada su estilo de vida, el bienestar de su familia. En cambio, el pobre que se emborracha incide en el malestar de su familia al privarla del dinero para mantener estándares mínimos de vida.

Al menos en parte tiene razón. Lo mismo pasa con el exceso de compras en esta temporada: los que tienen mucho se dan regalos acordes a su condición y su vida sigue como si nada; los que tienen poco gastan lo que tienen o más para “seguir el ritmo” social y no sentirse apartados. Luego en enero las filas en el Monte de Piedad son clásicas.

¿Cómo y por qué las navidades llegaron a ser el paraíso comercial de estos días? El pretexto “histórico” -más bien mítico- es que los Reyes Magos le llevaron regalos al niño Jesús con motivo de su nacimiento. De ahí surge la costumbre de dar regalos a los niños en Navidad, cumpleaños del joven Jesús, y se fue extendiendo a dar regalos a todo mundo. Hoy día es un gasto planeado y prácticamente inevitable para muchas empresas.

Las fiestas navideñas eran una celebración religiosa. Para muchas personas sigue siéndolo, pero no se ahorran el festín de gastos y compras. Hoy día ciertamente son mayoritariamente un acontecimiento comercial. En buenahora para los comerciantes de verdad, los que trabajan diariamente, los que sostienen a sus familias con su esfuerzo. Pero a los explotadores del costumbrismo, mi rechazo, francamente. 

Encima, nos han impuesto a un personaje publicitario como símbolo de la Navidad: el panzón de rojo con ridículo gorro y risa burlona. Símbolo publicitario, en efecto. Se originó en una campaña publicitaria de Coca-Cola, al menos la imagen actual del gordo:

Sin embargo, Papá Noel, tal como lo conocemos en la actualidad, nació en 1931 de la mano del dibujante Haddon Sundblom tras recibir el encargo de D’Arcy, la agencia de publicidad de Coca‑Cola. El objetivo era crear un personaje a medio camino entre lo simbólico y lo real, la personificación del espíritu navideño y la felicidad de Coca‑Cola. Para ello, el ilustrador se inspiró en el poema A Visit From St. Nicholas, de Clement Clark Moore.

Fuente: www.cocacolaespana.es 

El origen del mito proviene del obispo de origen griego Nicolás de Bari, nacido en la ciudad de Patara, hoy en territorio turco. En fin, la historia ya la conocen y si no, seguro que la pueden encontrar fácilmente. Si alguien tenía pensado enviarme saludos navideños, algún regalito o cosa por el estilo ni se molesten. No estoy para nadie. Que tengan buenas fiestas.

Agur. 

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