Rincón del Cascarrabias

Me han llegado varios reclamos por lo expresado en la colaboración anterior. Supongo que era de esperarse, y los editores de este portal nuestro de cada día me piden responda a los comentarios en cuestión. Lo lamento mucho, no lo haré. Cada uno tiene derecho a su opinión y a sus conclusiones y eso lo respeto. Lo que no respeto es que nos falten al respeto a quienes no pensamos igual.

Las personas que se mueven en esta ciudad en vehículos de dos ruedas siguen dando “nota”, como dicen los periodistas. Tanto ciclistas como motociclistas han fallecido en mayor número en lo que va del año que en el período similar del año anterior. Si temas como civismo, educación vial, respeto, no significan nada para ellos, ni hablar. Pero que su vida no les importe, eso ya es mucho. Desde luego, no se accidentan solos. Muchos conductores de vehículos grandes no los respetan en absoluto y eso es intolerable. Solo recordemos: el respeto se gana, no se exige. 

Mis condolencias a las familias de los fallecidos en accidentes viales. La vida es primero.

Hace poco me invitaron unos amigos a compartir un rato con motivo del Mundial de futbol. La verdad, sí soy aficionado y como todo el mundo, de niño y joven lo practiqué. Fui malísimo; por limitaciones físicas y por falta de talento combinadas. Pero lo intenté, eso sí. 

Mucha gente se está quejando de los estándares de Catar en cuanto a sus leyes y organización social, lo cual provoca situaciones desagradables e incómodas para visitantes y residentes de ese emirato. Ellos son menos de 300 mil ciudadanos, y alrededor de 2.5 millones de residentes. Agréguele los turistas futboleros -o pamboleros, como le guste llamarlos- y verá que la infraestructura está comprometidísima. Si encima lo van a regañar por alcoholizarse en la vía pública, o a las mujeres las van a reprimir por su vestimenta occidental, el visitante puede sentirse muy ofendido. Pero, ¿qué pasa con el residente? ¿con el ciudadano? Ellos también tienen derecho a ofenderse por las faltas a sus normas que los turistas cometen. 

Con todo, ese no es el problema principal. La gente que infringe la ley será castigada y ya. Con detenciones, latigazos o regaños, ni modo, así son ellos y los visitantes son eso: visitantes. El problema principal es la discrepancia entre los derechos humanos según se entienden en el mundo no islámico y lo que entienden los musulmanes. Así que agua y ajo, turistas pamboleros del mundo entero.  Sin embargo, no está mal que se exhiba a una sociedad que no tolera la diversidad en orientaciones sexuales, los derechos de las mujeres y detalles como esos.

¿Cuántas veces ha sido usted detenido por la autoridad de tránsito? Este escribidor, varias, muchas. Y de unos años para acá, he notado que la actitud de los agentes es más cortés, amable y respetuosa que antes. Y que se expresan con corrección, que explican lo necesario, en fin. Bien por eso, cómo no. El problema de mucha gente es que o no reconoce sus faltas o no lleva su documentación completa. Y eso no es culpa del agente: tráteles usted con respeto y obtendrá lo mismo. Y sobre todo, no los crea tontos: son personas haciendo un trabajo muy difícil. Reconozca sus errores y ahorre tiempo para usted y para ellos. Realmente es inaceptable la gente que se cree superior nada más porque sí. Esa gente apesta y denigra a la sociedad. 

Y hablando de denigrar, muchos mexicanos están en Catar. Algunos, como era de esperar, se exceden: en sus bromas, en su ingesta de alcohol, en su animadversión por otros países en términos de futbol y otros detalles. He visto aquí a muchos que viendo imágenes y videos de esos irredentos se enoja y hasta se indigna. No es para tanto. De cerca de 50 mil mexicanos que están por allá, solo algunos dan mala nota. Y no solo ellos: también ingleses, alemanes, franceses, argentinos, africanos de varias naciones, asiáticos… todos somos humanos, algunos menos que otros, pero nadie es perfecto. Excepto uno mismo, por supuesto. Y eso vale para todos.

Bueno, basta. Hora de un buen güisquito necesario, como dice la maestra Warkentin. 

Agur. 

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