Poesía sin edad
Pura López Colomé, poeta, traductora y Premio Bellas Artes
Por Irene Selser*
A veces es inevitable pensar en el destino o la casualidad para explicarse el devenir de una vida. Según el escritor y cuentista argentino Julio Cortázar (1914-1984), autor de la imprescindible Rayuela, no se trata de casualidades sino de “causalidad”. Para otros, como reza un dicho mexicano, la casualidad es la forma que adopta Dios para manifestarse anónimamente… Como sea, de no haber sido por dos religiosas que eran sus maestras en un internado de monjas benedictinas en Dakota del Sur, es posible que Pura López Colomé no se hubiera convertido en lo que hoy es: uno (una) de los principales exponentes de la cultura mexicana en su calidad de poeta, traductora y ensayista.
Nacida en la Ciudad de México un 6 de noviembre de 1952, Pura López Colomé pasó la mayor parte de su infancia entre el entonces llamado Distrito Federal y Mérida, la blanca y ardorosa capital del estado de Yucatán, de donde es originaria su familia.
A los doce años, tras el temprano fallecimiento de su madre –presente posteriormente en muchas de sus obras–, es enviada por su padre a los Estados Unidos a fin de garantizarle cuidado y educación. Cuenta Pura que el internado católico contaba con una vasta biblioteca y que, al notar su doble tristeza a causa de la repentina orfandad y del extrañamiento, Sister Anette y Sister Madona la instaron a interesarse en la poesía en lengua inglesa y también en la traducción del inglés al español, siendo ella la única que hablaba nuestro idioma.
Los primeros versos que le dieron a traducir sin que ella supiera su origen pertenecieron nada menos que a Emily Dickinson, a quien naturalmente la adolescente no conocía. La poesía apasionada de Dickinson (1830–1886), en la cima de los poetas fundamentales estadounidenses junto a Edgar Allan Poe, Ralph Emerson y Walt Whitman, fue la puerta que la condujo hacia las letras, primero como maestra de idiomas y luego, de regreso a México, como licenciada en Letras Hispánicas e Hispanoamericanas en la UNAM. También fue secretaria de redacción del suplemento sábado del diario unomásuno, bajo la dirección de Huberto Batis, uno de sus principales maestros junto a Antonio Alatorre, Salvador Elizondo, César Rodríguez Chicharro y Ernesto Mejía Sánchez.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, Pura López Colomé, casada con el destacado bioquímico, catedrático, académico e investigador mexicano Alberto Darszon Israel y madre de dos hijos, Pura López Colomé continuó su formación con una maestría y un doctorado. En 1977 obtuvo el Premio Nacional Alfonso Reyes de Ensayo por Diálogo socrático en Alfonso Reyes. En 1992 obtuvo el Premio Nacional de Traducción de Poesía por Isla de las estaciones, de su amigo y autor irlandés Seamus Heaney, Premio Nobel de Literatura 1995 y en 2007 compartió el Premio Xavier Villaurrutia con Elsa Cross, por su libro Santo y seña.
Traductora ya de adulta de la misma Dickinson, así como de W. B. Yeats y Patrick Kavanagh entre muchos/as autores consagrados de la lengua inglesa, Pura López Colomé recibió en 2019 el Premio Bellas Artes de Trayectoria Literaria Inés Arredondo y en noviembre de 2022 la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) rindieron homenaje a su vida y su obra en el Palacio de Bellas Artes, en el marco del 70 aniversario de su natalicio. Una edad que Pura López Colomé ni siquiera aparenta, sin duda por la juventud de su espíritu y su devoción al trabajo.
Tuvimos el placer de conocerla y de tenerla como maestra –y luego, también, de amiga– gracias a un seminario sobre “Poesía y traducción literaria” que impartió años atrás en la Casa del Poeta, en la colonia Roma (CDMX). Lo que más nos sorprendió fue su sencillez –a diferencia de la soberbia acostumbrada de otros poetas “consagrados”–, así como sus ganas de compartir su sabiduría, junto a decenas de ejemplares de autores varios que ella repartía gustosamente cada miércoles durante dos meses entre las manos deseosas de su alumnado.
Sus obras publicadas son incontables e incluyen ensayo, poesía y traducción de otros escritores/as como Aldous Huxley, Hilda Doolittle, Robert Hass, Breyten Breytenbach, Sylvia Plath y Virginia Woolf. Entre su amplio legado literario sobresalen los poemarios Intemperie (1997), Música inaudita. Poesía 1985-2000 (2002), Tragaluz de noche (2003), Lieder: cantos al oído/cantos al olvido (2012) y Vía Corporis (2016).
Su trabajo como traductora destaca en volúmenes como Las visiones y los tiempos oscuros, de Bertolt Brecht (1989) –en colaboración con Alberto Blanco–; Ensayos selectos, de T. S. Eliot (2000); Seamus Heaney: Obra reunida, edición bilingüe (2015); Antología resonante, de Alastair Reid (2016); El libro mayor de los negros, de Lawrence Hill (2016) y Elegías, de Paul Muldoon (2022).
En 1992 recibió el Premio Nacional de Traducción Literaria por su versión al español de Station Island, obra del ya citado Seamus Heaney, y la Condecoración Orange-Nassau de los Países Bajos (Holanda), en 2011.
A continuación, una muestra de la poesía de Pura López Colomé, autora además de los dos tomos de Imperfecta semejanza. Meditaciones y diálogo en torno a la traducción (UNAM, 2015, 2018) y para quien el arte de la “traslación” requiere de la misma rigurosidad que el ejercicio poético, (re)encarnando cada oficio una voz que, de alguna manera, siempre es la de “un otro”.
De Poemas reunidos. 1985-2012 (Conaculta, México, 2013)
Música para un cazador que duerme (II)
Sí, claro, soñé contigo de nuevo; estabas ahí sentado; más bien recostado, mirando no sé qué. Constantemente me pedías algo, que cambiara el disco, que te pasara el cenicero, que hablara de cosas graciosas para que pudieras recuperar el hilo que yo, sin razón, había cortado.
Ya, ya, al fin me ha vuelto a funcionar el oído izquierdo, a saber cuánto tiempo escuché sólo con el otro (qué importancia tiene). Pero ahora claramente percibo la intención de ese sígueme platicando lo que hiciste esta mañana. Pelé una toronja con las uñas, no con el cuchillo de mango rojo que acostumbro usar. Qué estupidez, dirías, pelar la fruta y que la cáscara quede de una pieza para luego reconstruir una superficie con nada debajo. Con nada me quedo al fin y al cabo. Nada. Está a punto de estallarme el último gajo. Para entonces (la serenidad) te has dormido y te acaricio el pelo, te miro mucho y ya no sientes; tus fragmentos me conmueven, pero te has ido. Nada. Como si nada. Nada es el vapor que se desprende de las suavidades de una sábana, lo que existe por más que se haya contemplado. La contemplación no evita, no ofrece, calla y otorga. Se ha hecho tarde. Te vas. Te sigo viendo.
Heme aquí
¿Será este el desierto
en que hay que amarte,
sintiendo en carne propia
el regalo de la noche
y la lumbre que aparece tras la roca
y hierve así en la piel?
¿Habrá reposo en tus arenas,
un aspirar de viento nacarado?
¿Un casi morir de sed,
un apenas merecer la sombra de un arbusto?
¿Sólo así habrá pozo milenario,
agua que sacie, invada todo,
lirio que sea señal de día y de noche?
¿Será el mero seguirte
un atender a mi modo ese llamado,
el canto del gallo
que no cesa?
Enjambre
Colmena, panal dentro del cordón umbilical.
Abejas que intentan llevar migajas
que pronto ya no lo serán.
Seguras de su labor.
Nada ni nadie las detiene
en lo que tú y yo
nos escurrimos, mieles…
Hay espectadores ideales a la vera:
cedros y más cedros y más estancias.
Sin disipar. De improviso, un claro:
llevo mis mejores galas,
muchacha en flor,
lira en mano,
libreta rebosante,
ilesa:
verdadero enjambre.
Bosque olvidado
Bosque abandonado.
Bosque de mi niñez disuelta,
arrojada al vacío.
Dime algo,
pronúnciate con las púas
de tu oyamelidad.
Ve al reino de los muertos,
encuéntrate allá en mi persona,
ven conmigo a donde sea que sea
pero sea mío, frutalidad, biósfera
sin huéspedes, mis escombros.
Rompe y rasga en pos
porque estoy perdiéndome
en tus sendas, tus caracoles,
tu oído, mi Orfeo bosquejado,
y apenas alcanzo a escuchar
tu queja verde.
La tercera es la vencida
Soy la tercera
en la concavidad
de tus prismáticos
y a ciegas.
Tres cadáveres de animal
se han cruzado en mi camino:
tlacuache, tejón, mapache;
ardilla, alacrán, armadillo;
conejo, culebra, comadreja;
inenterrables.
Vencida, harta y plena
de aquello que carcome,
hago mucho más
de lo que espero.
El bien
mirando a un quién
quienquiera
que no existe.
*Editora, poeta y traductora argentina-mexicana ha ejercido asimismo durante muchos años el periodismo, especializada en el área internacional. Dirigió la sección internacional del diario Milenio (2001-2018) y es miembro de la Organización Mexicana de Traductores (OMT), así como de la Asociación Mexicana de Traductores Literarios (Ametli). Es editora y cofundadora de SELSER Editoras para la corrección de estilo y mentoría de escritores/as. Entre sus libros figuran Sapiens frente a Sapiens. La espléndida y trágica historia de la humanidad (traducción), Siglo XXI Editores, México, 2021; Patria de náufragos (poesía), Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2019; Soneto en ix de Stéphane Mallarmé (poesía), El Tucán de Virginia, México, 2019; Sur, Silencio (poesía), El Tucán de Virginia, México, 2018 y Lucas, el dinosaurio feliz (infantil), Libros para imaginar y SEP, México, 2016. FB: Irene Selser; IG: irene.selser; edita.express@yahoo.com
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