El pop en español debió librar una especie de guerra contra los temas en inglés, pues no era aceptado y fueron productores como Luis de Llano y Mildred Villafañe quienes rompieron el molde y con el apoyo de disqueras como Melody y Fonovisa se dio este ataque. Timbiriche se convirtió en el grupo icónico de los 80 que abrió las puertas de las discotecas a otros artistas. Llegaron los band boys como Menudo que despertaron el interés de visionarios que le dieron apertura a este movimiento.
Alejandro Aguirre y José Luis Villarreal vivieron la época de los 80 y 90 en la industria disquera y trabajaron en el surgimiento y desarrollo de quienes hoy ya son éxito probado, como Ricky Martin, a quien le preguntaron si quería hacer un disco como solista y respondió que no pues le tenía pánico al escenario; con la protección de un grupo como Menudo estaba cómodo, de lo contrario se sentía inseguro. Nadie imaginó entonces el éxito que le esperaba.
La historia de Ricky Martin, contó Aguirre, comenzó cuando decidió quedarse en México y el promotor Manolo Torres lo recibió en su casa. Era muy agradable y sencillo e iba por los “chescos” para corresponder a la hospitalidad de su anfitrión.
Después, Ricky vivió en casa de Angélica María y Angélica Vale e hizo una obra de teatro, Los tenis rojos, en la que empezó a soltarse y comenzó su fogueo.
Laureano Brizuela fue otro caso de éxito en los 80, dijo Villarreal, quien cuenta que, en un principio, al escuchar el nombre, pensó que se trataba de un cantante de ranchero. Laureano vino a romper estereotipos, con una influencia argentina de Miguel Mateos y de todo lo que se hizo grande con el pop rock de esa época. Cambió la percepción de la música pop en ese tiempo.
Los 90
Melody y Fonovisa eran las disqueras de Televisa cuando el señor Emilio Azcárraga ordenó que grabaran a Cristian Castro, hijo de una de sus artistas más importantes. El productor Alejandro Zepeda, hijo de María Victoria y de Rubén Zepeda Novelo, fue el encargado de hacerlo. El resultado fue un disco en el que Cristian sonaba igual a Luis Miguel, que era su ídolo. Ante la dificultad de programar un lanzamiento con alguien que era una copia de un artista exitoso, se regrabó parte de ese disco hasta que Cristian encontró su estilo de voz.
Algo similar sucedió con Marco Antonio Solís, el Buki, quien sonaba igual que su admirado Rogo Tovar.
Otro grande de esta década fue Emmanuel, quien tenía un estilo europeo con acento italiano que en un principio no logró cuajar. Le costó mucho dominar al monstruo, pero finalmente lo logró y sigue viviendo de sus dividendos. Competía en un principio con Mijares y ahora comparten escenario exitosamente desde hace diez años.
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