La leyenda dice que hace muchos años, durante una helada noche de invierno, un niño llamó a la puerta de una choza en busca de refugio. Un leñador y su esposa lo recibieron y le dieron de comer. Durante la noche el niño se convirtió en un ángel con vestiduras de oro: era el Niño Dios. Para recompensar la bondad de sus bienhechores, tomó la varita de un pino y les dijo que la sembraran, prometiéndoles que cada año daría frutos. Y así sucedió: aquel árbol dio manzanas de oro y nueces de plata.
De todos los símbolos que existen, ninguno expresa la magia de la Navidad en forma tan bella como lo hace el pino iluminado con luces, esferas, nieve natural o artificial, y coronado con una estrella.
Procedente de Alemania, el árbol de Navidad llegó al continente americano durante el siglo XIX. En México se hacen adornos navideños de paja, barro, cartón, papel y migajón; el arbolito luce en sus verdes ramas las huellas del ingenio popular, además de manojos de heno y “pelo de ángel”, que simulan las heladas noches típicas de la época navideña.
Así es como, la familiar figura del árbol de Navidad, en diversos tamaños, ha invadido sitios públicos, establecimientos comerciales y hogares. ¿Ya pusiste el tuyo?
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Comments (2)
Igone Urcolasays:
03/12/2022 at 4:14 amMe gusta mucho la página
Marisa de Leónsays:
07/12/2022 at 8:22 pmGracias, Igone.