Quihúboles. Es lunes y casi toda la gente está a estas horas trabajando, si es el caso de usted lo felicito y si no es el caso lo felicito aún más.
¿Cuántas veces le ha pasado que siendo lunes la pereza y el estrés combinados le causan un conflicto espantoso, comenzando el domingo por la tarde y por supuesto pasando por una mal dormida noche y un horroroso despertar? A mí me pasaba mucho, he de confesar. Pero ya no, porque me quité un feo hábito que me provocaba mucha incomodidad: trabajar.
Ahora que disfruto las mieles del retiro, ya nada me impide dormir hasta la hora que quiera cualquier día, ni tengo presión para hacer casi nada. A veces hay que ir a hacer algún trámite y ahí sí que se estresa uno. El otro día fui a sacar mi credencial del INAPAM y vaya cosa. Que si un documento, que si otro, que la copia, que la foto… ah, no foto de uno no. Pero piden acta de nacimiento. No sé a ustedes, pero a mí siempre me la han proporcionado en tamaño oficio. Y en mi impresora, que uso para hacer copias también, no cabe una hoja de ese tamaño.
De modo que le tomé una foto al documento y luego la imprimí. Ah, con la novedad de que así no vale. Tiene que ser fotocopia. La pura foto impresa no cuenta como tal. Así que tuve que ir a una papelería a hacer la copia y finalmente hice mi trámite.
Al inicio del segundo párrafo de este texto escribí sobre una combinación interesante: pereza + estrés. Lo cual sin duda lleva a la procrastinación. Procrastinar, lo sabe usted, es posponer indefinidamente una tarea. Lo cual causa en sí mismo, estrés. Y flojera, o pereza también. De modo que si en economía hablan del curioso fenómeno de la estagflación, combinación de economía estancada e inflación, no veo por qué no podamos hablar de pestrés, o sea, pereza más estrés, ciclo que se autoalimenta.
De modo que a causa del pestrés, dejo hasta aquí este texto y me acomodaré en una cómoda banca de jardín en el parque para tomarme un cafecito y leer mis periódicos.
Agur.
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