De unos años para acá, se ha popularizado viajar a Estambul. Tuve la oportunidad en 2007 de visitar no solo esa ciudad, sino de pasear por varias regiones de Turquía en algo menos de dos semanas. Uno de los viajes inolvidables y llenos de grandes momentos. Por si ustedes no han ido y consideran la posibilidad, a continuación algunos de los descubrimientos y momentos más emocionantes de la visita a Estambul.
Como ustedes saben, esta ciudad fue fundada por griegos en siglo VII antes de nuestra era y nombrada Bizancio, en honor del rey Byzas. Fue capital del imperio romano de oriente, a partir del siglo IV de nuestra era y renombrada Constintinopla en honor de Constantino, el emperador que la eligió como su capital. Fue una ciudad grecorromana desde antes de nuestra era hasta el siglo XV, en que los turcos, procedentes del centro de Asia, conquistaron e impusieron la religión islámica.
Estambul, cuyo nombre proviene de la frase coloquial griega medieval “stin Pólin”, que significa “en la ciudad” o “a la ciudad”, en referencia a Constantinopla, ha sido capital de tres imperios: el bizantino, el romano de oriente y el otomano. Está ubicada a caballo entre Europa y Asia: el estrecho del Bósforo, que une a los mares Negro y Mármara, divide a la ciudad y a los continentes.
Justamente el Bósforo, hoy cruzado transversalmente por puentes y túneles, así como intensamente transitado por barcos de toda índole, desde los más enormes petroleros y cargueros de contenedores hasta pequeñas embarcaciones turísticas o de servicio es uno de los atractivos más poderosos de la ciudad.
Sentarse en una terraza, de preferencia a cierta altura, pero igual es emocionante a nivel del agua, a contemplar ese tránsito marítimo de tal intensidad, variedad y constancia es muy emocionante. Desde la antigüedad los barcos unían, comerciaban, transportaban gente y sueños. Y por el Bósforo pasaron durante miles de años, como siguen haciendo hoy, mercancías, ejércitos y pueblos, primero colonizadores, en buena parte hoy visitantes.
Estar ahí contemplando ese paso continuo de naves y carga es además de una hermosa vista, con el continente asiático -o europeo, según donde se encuentre usted- en frente, contemplar milenios de historia.
Estambul es el Bósforo, pero también más que eso. La vista del Cuerno de Oro al atardecer con sus reflejos dorados, la gran cantidad de edificaciones antiguas que siguen vigentes, como la gran Basílica de Santa Sofía, luego mezquita, luego museo y aparentemente volverá a ser mezquita; las cisternas; la Mezquita Azul, el Palacio Topkapi, la Torre de Gálata, la iglesia de Santa María en Chora -del lado asiático-, los bazares, tanto el Gran Bazar como el de las especias, que en lo personal me gustó más y fue más divertido conocer. En fin, entre tantas muchas otras cosas, tanto arqueológicas como contemporáneas. Imposible mencionar todo en este espacio.
Un detalle cultural interesante: En Estambul hay una comunidad de judíos sefaraditas que se establecieron en la ciudad tras la expulsión de España a finales del siglo XV. A la fecha, siguen manteniendo su lengua, el hermoso “ladino”, que no es otra cosa que el español antiguo con añadiduras de turco, hebreo y otras lenguas. Publican libros y periódicos, discos con su música y preservan su cultura magníficamente. Visité este lugar por mi interés lingüístico y por curiosidad. Fue hermoso conocerlos.
El Estambul moderno también es muy atractivo. Si planean ir, recomiendo enfáticamente la lectura de la novela “Estambul”, de Orhan Pamuk, escritor turco estambulí autobiográfica que nos da una sensación y una ubicación magníficas. No se pierdan la Plaza Taksim, el barrio de Nişantaşı, un buen Hamamı o baño turco, ni de fumar en narguile en algún café al aire libre.
Los de 55más tenemos siempre la ilusión de viajar, por todo el mundo, por nuestro país, por nuestra región, por donde se pueda. Es uno de los deseos más anhelados que en esta etapa de nuestra vida puede convertirse en realidad. Viajar, conocer, descubrir, sorprenderse, aburrirse, cansarse, emocionarse… todo se vale. Desde la sonoridad de las lenguas desconocidas hasta lo distinto de tantos paisajes, la originalidad de los alimentos, las formas de divertirse; todo es nuevo.
Entre las bendiciones más apreciadas de la vida de este servidor de todos ustedes está la de que he podido viajar. Por muchos lugares de mi México maravilloso, mi España hermosa, mi mundo querido.
Si mis ilusiones se concretan, algún día volveré a Estambul a pasar por lo menos un mes en la ciudad.
Ah, y como siempre haremos en estas colaboraciones de viajes, la frase más importante en turco para el visitante: Bir bira, lüften. O sea: “una cerveza, por favor”.
@maestrovigil
Fuentes: experiencia personal y apoyo de Wikipedia para datos y nombres.
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